Amor. Sueños. Felicidad. Sonrisas. Tú sonrisa. Tu forma de mirarme. La facilidad con la que suben los colores por mis pálidas mejillas tornándolas de un suave rosado. Ver tu silueta al final del camino esperándome con la mano tendida. Que seas la primera persona que vea al despertar. Convertirte en esa estrella que nunca se apaga. Que no seas el típico príncipe azul. Que tengas en tu rostro una sonrisa traviesa. Que después del bofetón llegue el beso. Que después de cada discusión venga una mejor reconciliación. Pasar noches de pasión desenfrenada entre tus sábanas. Que tu saliva curen mis heridas. Notar tu lengua en cada parte de mi cuerpo. Que tu risa alimenten mis oídos. Que me hagas callar con un beso, o dos, o tres... Sentir que puedo contar contigo. Dejarte marcado un beso en el cuello. Escribirte con una barra de labios un te quiero. Dejarte marcada mis uñas en tu espalda. Abrazarte hasta perderme. Cumplir mis deseos más profundos. Susurrarte palabras al oído. Estremecerme con cada caricia tuya. Que en nuestra relación nunca falte la pasión. Que me beses con dulzura, con cariño, y con ternura, que me muerdas el labio y pasemos a un beso menos controlado. Que tu lengua baile junto a la mía, que se entrelazen, que hagan un pulso sin que haya vencedor. Morderte la lengua. Apreciar tu sabor. Que me entren escalofríos al notar tu respiración cerca de mi cuello. Que me susurres un: vas a quererme. Que tus manos recorran mi cuerpo. Que las mías desabotonen tu camisa. Y dar paso a ese deseo que no se piensa resistir, que rompe todas nuestras normas establecidas.








martes, 7 de junio de 2011

Me ofreciste un triste final sin que te lo pidiera.

Tras una tormenta una calma, tras un llanto una sonrisa, tras un atardecer un amanecer, tras la noche el día, tras un comienzo un final, tras un dolor un alivio…
Pero en mi tormenta no hubo calma, mis llantos no esbozan sonrisas, no hay amaneceres, mis noches se hacen eternas, mi final no tuvo un comienzo y cuando el alivio brilla por su ausencia.
Y si la esperanza es lo último que se pierde, debo estar llegando al final. Mi vacío no tiene remedio, mis heridas no podrán curarse...
Se disipan mis dudas de manera fría, acercándome a la certeza de que esta vez no habrá una mirada atrás, ni un camino que me lleve hacia ti, esta vez he llegado a un punto sin retorno. Y es que mis buenos momentos te los debo, pero la deuda con los malos es mayor. Rompen en mi cabeza cada uno de los errores que cometí en el pasado y se desvanecen los pocos aciertos que tuve ocasión de conocer.

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