Caen las ropas, todo se detiene ese momento. De beso en beso, de caricias que se prodigan los cuerpos. Sonido de cascadas semejan los susurros que se empiezan a oír en el silencio. Los ojos que se miran, el deseo que encadena las miradas. Las manos que recorren los caminos que sobre la piel se marcan y en los centros, húmedos como verano de Sabana, la lava que comienza a desbordarse por la pasión que en ambos se desata. Los pulsos de la vida que cabalgan al son de las caderas desbocadas.
Embestida salvaje, apasionada, vaivén de los cuerpos que armoniosamente se acoplan en la danza. Sudor que se desliza voluptuoso por las curvas sinuosas de las pieles empapadas.
Embestida salvaje, apasionada, vaivén de los cuerpos que armoniosamente se acoplan en la danza. Sudor que se desliza voluptuoso por las curvas sinuosas de las pieles empapadas.
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